Sobre la RUTA NARCO ...

Tener el control. De eso se trata el poder. Hacer uso de la vara que delimita lo ilegal de lo legal es un modo de implementar poder en torno a decidir que si y que no.
En este mundo capitalista del neoliberalismo global, todo se vuelve mercancía incluso la ilegalidad.
Es por eso que el trafico de drogas es junto con el de armas uno de los negocios mas grandes del planeta. Será por eso que quienes ostentan el poder ya sea gobernantes o traficantes del crimen organizado, mas allá de que en algunos casos coincidan, deben tener una estrategia política en torno al narcotrafico. Es así que las fronteras como diría el Sub Marcos se convierten en meros accidentes circunstanciales para tipificar el delito de contrabando. Y de lo que se trata es de quien tiene el control, quien vende en la zona y quien compra.
El Narco se ha llevado miles y miles de victimas, es una expresión del crimen organizado que que puede compararse a cualquier otra forma de genocidio. No es solo el daño que las drogas adulteradas pueden hacer en sus consumidores sino los asesinatos, amenazas, desplazamientos y hostigamientos que en nombre de la guerra contra el narcotráfico llevan a cabo los gobiernos nacionales y que se suman a las masacres que los propios grupos de traficantes llevan a cabo en los territorios que controlan.

Entre tanta muerte, entre las cenizas de una civilización devastada, encontramos el arte como brote de vida.La música nos cuenta que el ser humano es ante todo humano y que entre tanta oscuridad la vida no se deja vencer.  La ruta narco esta semana nos marca un camino para poder rescatar la resistencia sonora de los pueblos.

Nicolás Falcoff

La experiencia vital de los pueblos está atravesada por múltiples sentidos de realidad, diferentes dimensiones de la conciencia, redes de vinculación con otros seres y ámbitos de experimentación con el propio cuerpo y sus posibilidades.
La naturaleza contiene plantas, bichos y hongos que alteran nuestros estados y percepciones, abriendo puertas a otras realidades y saberes.
Plantas sagradas, las han llamado muchos pueblos, porque permiten sanar, saber y sentir, crecer en el cuidado del universo y más allá.

Pero el orden social se cuela por todos lados y formatea nuestra relación con la naturaleza. El capitalismo, con su tendencia a absorberlo todo, busca apropiarse de las plantas sagradas y de las prácticas y sentidos vinculados a ellas.
Las  mercantiliza y las procesa industrialmente; las vuelve producto de consumo y las rodea de normas, que permite a algunos grupos muy poderosos controlar las potencialidades del cuerpo y la naturaleza.
La legalidad o ilegalidad de ciertos bienes y consumos es la huella del control social sobre la vida; del poder de imponer sentidos a las prácticas humanas.

Y sin embargo, lo sagrado persiste. Los pueblos sometidos y la naturaleza maltratada se encuentran en un punto en el que el capitalismo, aunque todo lo impregna, no puede llegar.
Ahí, en ese lugar incierto y libre, se expresan los viajes sensoriales ancestrales.
Y ahí, al ritmo de la sangre que fluye y el corazón que late, abren caminos para percibir los mundos que habitan detrás del mundo.

Verónica Gelman

No hay comentarios: