SOBRE EL VENENO...

En el hombre tanto la vida como la muerte son momentos donde se explicita lo sagrado. En occidente durante siglos construimos cualquier narración signados por un comienzo y un final. Y entendimos de ese modo la estructura del mundo y de la historia. Sin embargo, hay determinadas culturas que modifican esta concepción y re significan tanto la vida como la muerte.  Para los griegos el “pharmakón” podría significar remedio o veneno, todo depende de la dosis. El veneno que nos gusta y en muchos casos nos salva es también el que puede hacernos sucumbir. El primer veneno, etimológicamente hablando es aquel que proviene de Venus en Roma o Afrodita en Grecia. El veneno del amor que nos muestra que estamos vivos. Como la música se introduce en nuestras venas y nos marca un camino que mas allá de ser de vida o de muerte es innegablemente humano y por ende sagrado.

Nicolás Falcoff

Durante los últimos siglos, o tal vez milenios, los seres humanos hemos puesto distancia entre nosotros y Gaia, vemos la naturaleza como algo externo, buscamos y creamos
leyes para decir “así deben funcionar las cosas”, “esto es bueno, esto es malo”.
Pero esto no es así para todos los seres humanos, ni ha sido siempre así. Y tampoco es lo único que hay. La naturaleza no tiene leyes, no hay reglas que marquen lo que hay que hacer, lo que esta bien o mal. El mundo natural en que vivimos - Gaia, la madre tierra, la pachamama, la mapu - funciona y fluye como sistema vital autorregulado, se produce y transforma con los aportes de todos sus seres.  La construcción y la destrucción son constitutivas de este sistema.
Los seres que habitamos este planeta tenemos una enorme diversidad de poderes y capacidades. Podemos generar con nuestros cuerpos muchas maravillas y también podemos obtenerlas de nuestro entorno; desde materiales para moldear nuestro hábitat, como la seda y la cera, hasta sustancias para curar heridas, potenciar sensaciones o interrumpir procesos vitales, como la savia y el veneno.
Actualmente muchos de los ciclos vitales de la naturaleza están constantemente al borde del desequilibrio. El caos armónico que sustenta la autorregulación, cooperación y ayuda mutua entre los seres se encuentra, en esta edad de la tierra, lleno de agujeros y heridas de bala. Por eso solemos relacionar veneno con agrotóxicos, guerras o maldad. Así como solemos relacionar muerte con final.
Pero el veneno, en sus múltiples usos y manifestaciones, nos recuerda que la forma de la vida es espiralada y que lo mismo que puede sanar, puede matar; según sea necesario. No hay nada que sea bueno ni malo en sí mismo, ni de manera excluyente, sino que hay construcciones sobre lo bueno y lo malo. Y en estos tiempos especialmente, hay un abuso extremo y a gran escala de nuestra capacidad de destrucción.
La ruta del veneno, sigue marcando camino clandestino y se esparce por nuestra sangre en forma de sonido y música de los pueblos.

Verónica Gelman

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